Cerramos la serie “Desde la profundidades de la crisis: Cambios en la internacionalización de la economía española” donde Enrique Palazuelos (Catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid) presenta las conclusiones sobre la nueva dinámica de internacionalización de la economía española que ha tenido lugar tras la crisis.
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4. Reflexiones finales
Los datos y argumentos presentados en los apartados precedentes revelan que desde las profundidades de la crisis comenzaron a gestarse cambios importantes en las características de la internacionalización de la economía española. Más difícil es diagnosticar cuál es el grado de solidez de esos cambios, si bien los datos preliminares de 2018 no aportan indicios que presagien una alteración sustancial de los rasgos configurados en los últimos cinco años. Lo cual no niega la posibilidad de que esos cambios en las características de la inserción exterior sean reversibles.
Primera reflexión. Los nuevos rasgos de la inserción exterior surgieron a raíz de la aplicación de una política económica duramente contractiva, sucesivas reformas (laborales, financieras) y un rescate bancario costeado por el gobierno; todo ello bajo un nuevo contexto financiero mundial surgido durante la crisis. A la luz de los hechos y más allá de los argumentos expuestos por los políticos y economistas que las defendieron, parece evidente que aquella política económica y aquellas reformas tuvieron tres efectos concatenados sobre el sector exterior: el rápido y contundente cierre del déficit por cuenta corriente, la atracción de nuevos capitales extranjeros y la acelerada exportación de capital.
Segunda reflexión. El análisis del sector exterior debe contemplarse desde un punto de vista estructural, es decir, como una totalidad integrada que forma parte del funcionamiento de la economía. No cabe considerar el comportamiento externo al margen de la dinámica interna. No cabe considerar la evolución de los flujos y la composición de las exportaciones al margen de las importaciones. No cabe considerar los costes laborales y otros elementos que condicionan la competitividad-precio al margen de otros factores fundamentales que aportan ventajas exportadoras. No cabe considerar el comportamiento del comercio de bienes y servicios al margen de los movimientos de entradas y salidas de capital.
Tercera reflexión. Existen suficientes indicios para conjeturar que los cambios producidos en la internacionalización de la economía coexisten con aquellos otros que apuntalan las debilidades estructurales e institucionales de la economía española; entre las que destacan el excesivo peso de los sectores intensivos en trabajo y con escasa productividad, el generalizado atraso tecnológico, el minifundismo empresarial y la morfología oligopólica de una gran parte de los mercados de bienes y servicios.
Cuarta reflexión. La intensificación de los movimientos de capital aporta nuevos ingredientes al proceso de financiarización de la economía. De un lado, la fuerte importación de capital acentúa la influencia que sobre la dinámica interna tienen las estrategias transnacionales de los inversores guiados por objetivos y criterios de carácter financiero. De otro lado, la creciente exportación de capital agiganta la proyección exterior de las grandes empresas españolas y de ciertas firmas de tamaño mediano, mientras que reduce la importancia del mercado español en el cómputo de sus resultados, pero no así como base desde la que financian su proyección exterior.